Por: Toño Martín del Campo

AGUASCALIENTES, AGS.- Aguascalientes no sólo es el lugar donde nací.

Es donde crecí, donde me enamoré, donde he vivido mis alegrías y también mis cansancios.

Aquí he vivido los momentos más importantes de mi vida, los que me recuerdan quién soy y lo que más quiero: mi familia.

Y aquí aprendí que la verdadera riqueza no está en lo que uno logra, sino en lo que uno cuida y ve crecer: su hogar, su gente, su historia.

Cada vez que camino sus calles siento lo mismo: una mezcla de orgullo, de cariño y de pertenencia que compartimos quienes amamos esta tierra.

Porque Aguascalientes, más que un lugar, se lleva en el corazón.

He tenido la fortuna de servirle a esta ciudad, de caminarla, de conocerla desde sus entrañas.

En cada colonia, en cada comunidad que he recorrido a lo largo de mi vida, hay algo que todos sabemos y que nos llena de orgullo: lo mejor de Aguascalientes no está sólo en ser la ciudad más segura del país, ni en su economía pujante, ni en sus gobiernos que han sabido dar rumbo.

Está en su gente.

Gente buena.

De la que madruga, cumple, respeta y trabaja con entrega.

De la que cree en el valor del esfuerzo y en la palabra cumplida.

Por eso, cuando decimos que somos la ciudad de la gente buena, no lo hacemos como un eslogan, sino como una verdad que se vive todos los días.

Aguascalientes sigue siendo una ciudad segura, limpia y ordenada, pero, sobre todo, somos una comunidad que avanza con dignidad.

Nos volvimos referencia de paz social y de trabajo en equipo, de cómo las familias hidrocálidas unidas, construyen el progreso de esta tierra.

En tiempos donde muchos prefieren dividir, aquí elegimos unir.

En un país donde a veces se grita más de lo que se escucha, nosotros apostamos por el respeto.

Nuestra historia está hecha de esfuerzo y de visión.

De industrias que crecieron sin olvidar al pequeño emprendedor.

De una feria que se volvió la mejor de México, sin perder su esencia ni su calidez.

Y también de una ciudad que hizo de la seguridad un estilo de vida, porque aquí la paz es una realidad que se defiende cada día.

Aguascalientes es eso: equilibrio. Entre lo que fuimos y lo que queremos ser.

Entre la tradición y el futuro. Entre la fuerza del trabajo y la calidez de su gente.

Pequeño en tamaño, sí, pero gigante en talento, en espíritu y en trabajo.

Aguascalientes lo ha demostrado: no hace falta ser grande para ganarse un lugar en el corazón de México.

Hoy, 450 años después, el reto es mantener viva esa esencia.

Seguir siendo ejemplo de orden, de unidad y de confianza.

Seguir demostrando que el bien común no es una utopía, sino una forma de vivir.

Que Aguascalientes siga siendo eso que nos une y nos representa: la ciudad de la gente buena.

Felicidades, Aguascalientes, por tus 450 años.

Y felicidades, sobre todo, a tu gente, a quienes, desde cada familia y cada esfuerzo, siguen haciendo de esta tierra un lugar mejor y de su historia, un futuro que vale la pena seguir construyendo juntos.

Noticiero El Circo